Marialionza, Leyenda, Culto y tradición

María Lionza, María de la Onza, Yurubi o Yara Es una figura mítica-sincrética autóctona del folklore venezolano. Representada popularmente como una diosa o reina, María Lionza es la figura central del llamado Espiritismo Marialioncero, culto en el que se mezclan ritos y creencias católicas, espiritualismo indígena y deidades africanas, y que ha absorbido elementos de santería.

No existe documentación histórica sobre la mujer representada, pero existen numerosas teorías contemporáneas sobre el origen del mito basadas en la tradición oral venezolana. Estas historias, aunque diferentes, coinciden en que María Lionza, como ser sobrehumano, habita las montañas de Sorte en el estado Yaracuy, de donde el culto se extendió al resto del país alrededor del año 1900. Por esta razón, la región de Sorte es un sitio de peregrinación constante de los creyentes del culto marialioncero.

Debemos comenzar este relato haciendo mención a la situación de los indios antes de la conquista, para lograr entrar a fines del siglo XV aproximadamente 1.499 cuando los españoles estaban colonizando las tierras descubiertas por Colón y venían sedientos de riqueza y de poder, lo que los hacía muy fanáticos, ignorantes y crueles destruyendo templos y altares, persiguiendo y matando a los indios que se les interponían, irrespetando sus personas y sus tradiciones por el sólo afán de poseer sus riquezas. Con ello comienza una nueva etapa de odios y rencores. Algunos autores sostienen que María Lionza fue hija del gran cacique Yaracuy, otros son de la opinión que es la madre de la raza mestiza (aborigen con español).
Hay varias versiones de la leyenda.  Una de ellas dice que una india de ojos
verdes llamada Yara fue bautizada María del Prado de la Talavera de Niva. 

El  cacique Yaracuy la envió a las montañas donde se dice andaba sobre una onza. 
Por ello la llamaban María la de la Onza y luego María Lionza.   Se cree que su
culto nace de la devoción hacia las fuerzas de la naturaleza y los espíritus de los
ríos, las junglas y las cavernas.

La maravillosa leyenda de María Lionza, que algunos consideran como un mito y otros creen detectar como una fantástica o estupenda realidad, de algún modo ha influido en el pueblo de Venezuela. Se sabe, además que María Lionza, la reina, la sublime Deidad de Sorte, han trascendido las fronteras de la Patria y en muchas latitudes del planeta se le rinde culto y su espíritu llega con un mensaje de amor. En la montaña de Sorte, Chivacoa, Distrito Bruzual del Estado Yaracuy hay un verdadero santuario donde se ha centralizado el culto a esta diosa del amor, la armonía y la paz. Es oportuno señalar como una afortunada coincidencia que la palabra Yaracuy se traduce como “lugar de Yara’; Diosa de los indígenas y mestizos; también dueña de los bosques y musa de las aguas.

Las leyendas populares pregonan su saber que con la presentación de la Reina María Lionza, realizada por el escultor Alejandro Colina en 1.953, escultura que se encuentra en la autopista del Este, decían que significaba en su cabalgadura desnuda sobre una danta (Tapir – tapirus terrestris) en la montaña, poder y voluntad. Sin embargo, es otra la concepción del artista quien con gran sensibilidad, ejecutó la obra como símbolo de la Reina Madre de la Naturaleza: con los brazos extendidos hacia el cielo mostrando en sus manos una pelvis de mujer como símbolo de la fertilidad y sobre una danta que representa el cruce de razas por su perfil y carácter somático de distintas especies animal que sin ser anfibio nadaba bien llegando hasta el fondo del agua quedándose en ésta, muchas veces sí la acechaba algún peligro.

Otros historiadores y cuentistas relatan la Génesis de la diosa Yaracuyana de la siguiente manera:

María Lionza fue una mujer indígena princesa de su tribu; era hija del cacique Yaracuy, nieta del cacique Chilúa y biznieta del cacique Yare, todos grandes hombres guerreros y estadistas. El nacimiento de María Lionza debe haber ocurrido alrededor del año 1.535 en el estado que hoy lleva el nombre de su padre. Hay dos tendencias en cuanto al nombre real de María Lionza; uno que le atribuye el nombre de “Yara”, cosa poco probable ya que el significado de esa palabra es “agua”.

Era  una bella muchacha de ojos claros. Según las tradiciones indígenas una niña de ojos claros traería mala suerte a la tribu.

Como nació con los ojos claros, su padre le prohibió verse en el agua, por eso solo se le permitía bañarse o acercarse al agua de noche.

Un día salió la joven de la casa a plena luz del sol y se acercó a una laguna donde por primera vez vio el reflejo de su rostro sobre el agua. Pero la vio también el dueño de la laguna, una serpiente Anaconda, y se enamoró de la virgen. Rapto de esta manera a la muchacha, pero la fiera fue castigada por este acto criminal: se hinchó más y más hasta que llegó a abarcar toda la laguna, el agua salió inundando todo el territorio de la tribu. Los indios desaparecieron, la serpiente luego de mucho rato reventó, de esta forma la bella muchacha se convirtió en la dueña del agua, protectora de los peces y más tarde extendió sus poderes sobre la naturaleza, la flora y la fauna silvestre.

El hogar de Marialionza se llamaba “Quibayo” lugar que todavía existe con el mismo nombre y la montaña donde se dice habita Marialionza se llama Sorte y cuentan que un geógrafo catalán la describiría en sus mapas como “montagne de la bonne sorte” (montaña de la buena suerte) o simplemente “montaña de Sorte”.

Otra tendencia le atribuye el nombre de “Yurubí” cosa poco más creíble porque significa “agua caudalosa”. En todos los casos el agua es el factor común en la vida de Marialionza, y es el agua precisamente la que define su vida.

 La historia de Marialionza está estrechamente ligada con la de su padre Yaracuy. Resulta que Yaracuy comandaba un imperio de más de 500 poblaciones indígenas, conocida como Guadabacoa. En el momento del descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por tribus, tales como los tarananas, yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas. Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se aliaron con los españoles para hacerle frente a Yaracuy.

El conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en 1552.

Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces. Aquí se produce una de las escenas más representativas de la historia de Venezuela: la voluntad de un venezolano a no dejarse embromar por los demás. La mañana en que vienen a buscar a Yaracuy a su celda para llevarlo al cadalso para ser ahorcado, entran dos soldados y Yaracuy, quien había estado muy calmado y callado durante toda la noche se acerca a uno de ellos por la espalda, le tomo del cuello y lo desnucó; al hacerlo el otro soldado pudo descubrir que Yaracuy hablaba español porque le oyó decir estas palabras. “Me voy, pero no solo”, la sorpresa de éste soldado fue tal que Yaracuy logro escapar de su celda logrando así matar otros soldados que le esperaban afuera. Todo esto sucedió en lo que hoy son las ruinas de San Felipe el Fuerte en la ciudad de San Felipe, capital del estado que hoy lleva su nombre, Yaracuy. (El nombre completo de la ciudad de San Felipe es San Felipe el Fuerte). Por esto, tiempo después pagarían los hombres mujeres y niños de la única ciudad totalmente amurallada de Venezuela. Los miembros de la tribu de Yaracuy entraron en el fuerte y mataron a todo ser viviente, humanos y animales para luego quemar y destruir toda la ciudad, trabajo que terminó el terremoto de 1812. Por esa razón en las ruinas del fuerte solo quedan las lozas del piso y algunas pocas paredes de lo que fue una vez una ciudad completa.

Una vez muerto Yaracuy, Marialionza asumió el cacicazgo de su tribu como fue el caso con muchas mujeres venezolanas que se vieron en la necesidad de convertirse en caciques por la escasez de hombres dejada por la guerra contra la invasión conquistadora. Marialionza como cacique comenzó a ser una magnífica estratega militar y los españoles siguieron teniendo bajas en sus bandos como cuando Yaracuy todavía vivía pero ahora de parte de su hija. Por eso fue necesario ordenar la captura de Marialionza. Unos curas católicos fueron los primeros en entrar en contacto con Marialionza y la trataron de cristianizar y hasta le dieron el nombre cristiano de María del Prado. Sin embargo sus intentos fueron en vano, Marialionza no cedió ante el culto a un Dios hombre; bueno pero asesinado al igual que ellos lo estaban siendo. Marialionza siguió siendo guerrera y Sorte era su fuerte.

Los españoles le seguían hasta allí pero Marialionza mágicamente se perdía entre la selva, entre los caminos y las brumas de la montaña por ella encantada. Esto es lo que dio pie al comienzo de la leyenda de María Lionza. Finalmente Marialionza fue acorralada por los españoles. Sin miedo, subió a un árbol alto, encima de un pozo del río; viéndose rodeada y comenzando sus perseguidores a subir el árbol, se lanzó al pozo de aguas cristalinas desde lo alto del árbol. Una vez disipada la espuma y las burbujas, los españoles esperaron verla salir, ver su cuerpo aturdido o muerto por el golpe, sin embargo Marialionza nunca salió del pozo.
Los soldados buscaron en el pozo, río arriba y río abajo pero no apareció. Retirándose del lugar y ya habiendo avanzado un buen trecho del camino, los soldados voltearon y vieron a Marialionza arriba en la montaña completamente desnuda montada sobre una danta con sus brazos en alto sosteniendo un hueso de cadera de mujer. Con este gesto Marialionza quiso decir que su prole, su gente, su hogar y su cultura estarían a salvo por la fertilidad y aptitud guerrera de la mujer venezolana. En esto se distancia la historia de Marialionza de la de su padre Yaracuy; Marialionza no se dejó atrapar nunca, de hecho no hay registro de su muerte ni de su captura. Marialionza nació y vivió libre.

Puede ser que la historia nos haya engañado, como puede ser que la misma historia se haya corrompido para atribuirle a esta mujer indígena un nombre, un linaje o un cuento no ajustado a la realidad. Lo que sí damos por cierto es que Maria Lionza o Yurubí o sea cual fuere su nombre, estaba en lo cierto. Sus hijas son dignas descendientes de Yaracuy, Chilúa y Yare. Luisa Cáceres de Arismendi, Concepción Mariño, Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain, Josefa Camejo y miles de otras mujeres venezolanas que heredaron sus genes por sangre, nacimiento o por naturalización han demostrado sobradamente su aptitud guerrera contra la opresión y la fecundidad probada para haber parido un país entero que se ha multiplicado varias veces en número desde entonces. Y la prueba es aún más evidente, sus descendientes son nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras esposas e hijas. Yurubí estaba en lo cierto. Sus descendientes han formado un país con la fuerza de su voluntad y la fertilidad de sus caderas.


El Mito y el Culto.

Mito y Culto están íntimamente relacionados. El culto de María Lionza parece ser producto de un proceso lento de acumulación que recoge rituales ancestrales indígenas, africanos y europeos; que se hacen sentir en las primeras décadas del siglo veinte y que dio origen a la deidad que hoy conocemos: la Reina María Lionza.

En su composición interna, el culto obedece a una jerarquización a través de las denominadas cortes: la principal, integrada por la Reina María Lionza, el indio Guaicaipuro y el negro Felipe, en una perfecta trinidad sincrética. A ésta se subordinan las demás cortes, como la india, conformada por los diferentes caciques venezolanos; la médica donde está el Dr. José Gregorio Hernández, famoso medico nombrado “venerable” por el Vaticano y por quien se lucha desde hace años para su canonización, José María Vargas y Luis Razetti; la Vikinga; la africana, constituida por las siete deidades yorubas, Changó, Ochún, Eleguá, Yemayá, Adcitada; entre otras. Asimismo, los espíritus que conforman estas cortes se han sincretizado, al incorporar elementos de otras culturas.

Reconocidos artistas, personajes populares, héroes legendarios como Simón Bolívar son parte de los espíritus con los cuales se puede conversar a través del “cajón” o médium en cualquier sesión espiritista.

El propósito del culto, es la cura física y espiritual de los practicantes y creyentes, además de un fin muy utilitario, como es solicitar prosperidad en los negocios, el trabajo, el amor y las relaciones sociales. El acceso al culto, ya sea como practicante o creyente, se desarrolla de acuerdo a un complejo ceremonial. Esto incluye la iniciación (desarrollo espiritual del banco o sacerdote), las coronaciones (bautismo), o la simple consulta. El tiempo que dure la iniciación va a depender de la capacidad de cada persona o de lo que en el argot del culto de le denomina “luces”, es decir, poder para comunicarse con el mundo de los muertos.

El centro principal de la práctica de este culto es el Monumento Natural María Lionza, conocido también como la Montaña de Sorte y Quibayo, decretado el 18 de marzo de 1960. Está ubicado en la población de Chivacoa, estado Yaracuy; dentro del Macizo de Nirgua. Existen otros lugares para la práctica del Culto como Agua Blanca, en el estado Portuguesa, “además de la gran cantidad de centros existentes en todo el país donde se atiende a una población de miles de personas, que se mueven desde cualquier parte del territorio nacional y también desde Colombia, las Antillas Holandesas, República Dominicana y Trinidad y Tobago” (Acosta y Guanipa).

Las curaciones se realizan tanto en centros urbanos como en los lugares naturales donde se enfoca el culto: Sorte, Quibayo o cualquier otro. Cuanto se trata de trasladarse hasta estos sitios, los pasos del preceremonial consisten en la preparación de la caravana, es decir, grupo de asistentes, organizada por el director del centro espiritual. Al llegar se elige el lugar en donde se realizará la ceremonia, el cual se purifica antes de proceder a la instalación del altar. La limpieza se realiza con pólvora, agua bendita, amoníaco, tabaco e incienso. A continuación se monta el altar con la iconografía de las diferentes cortes, las velas y las ofrendas, que incluyen comidas, bebidas espirituosas, flores, frutas, cigarros, etc. y se elaboran los oráculos magnéticos, especies de símbolos que se dibujan en el suelo y que tienen poderes especiales, conforme al caso o consulta. Terminado esto, se comienza la sesión (ceremonia) que consta de velaciones, consultas o coronaciones, según corresponda.

Al comenzar la ceremonia, hay toques de tambores y se entonan cantos y rezos con el fin de invocar a los espíritus. Al incorporarse (entrar en trance) el médium, se comienza con la sesión de consultas y curas. La comunicación entre el creyente y el espíritu se realiza a través del triángulo: creyente-oficiante (médium)-espíritu; el banco también sirve de enlace entre el creyente y el espíritu. Según las investigaciones de Acosta y Guanipa, este triángulo es guiado por la trilogía universal: padre, hijo y espíritu santo.

El culto de María Lionza se sustenta a través de la narración oral, que “le confiere a la vez continuidad y posibilidad de libre interpretación del mismo por parte de oficiantes y fieles” (Perera). Sin embargo, para que la tradición se sostenga se “mantienen algunos dogmas, aceptados por la casi totalidad de los creyentes que reconocen la existencia de un Dios Todopoderoso de donde dimana toda la fuerza sobrenatural de las divinidades”. El carácter de las prácticas no es incompatible con el catolicismo, inclusive la mayoría de los creyentes y practicantes, dicen ser católicos devotos. En este punto, es importante resaltar la presencia de divinidades católicas en los altares, como por ejemplo, el Sagrado Corazón de Jesús, Santa Bárbara, La Virgen del Cobre y la consecuente participación de los creyentes en ceremonias cristianas como San Juan Bautista o la procesión de la Divina Pastora, extraordinaria expresión de fe que se realiza cada año en Barquisimeto.

Aunque algunos autores han constatado que la práctica del culto corresponde a los sectores más desposeídos de la población, esta aseveración ha sido declarada como falsa por muchos estudiosos del tema. Pollak-Eltz señala la participación en el culto de creyentes de diferentes extracciones de clases y niveles de instrucción. Esta característica fue observada personalmente durante la presente investigación, cuando se visitaron los centros espirituales. Los consultados corresponden a diferentes sectores sociales y profesionales, lo que importa parece ser la necesidad de cura o ayuda espiritual, la cual es común para todos los seres humanos.


Patrimonio Cultural del pueblo venezolano
El mito de María Lionza no pertenece al campo cultural académico, por cuanto es una historia producto del sincretismo de las contribuciones de los indígenas, los negros y los europeos, en los tiempos coloniales; aunque se adscribe al complejo mundo mítico de los aborígenes. No obstante, Daisy Barreto, explica que en los hechos que confluyeron en la transformación de una antigua creencia y leyenda local, para la conformación de un culto nacional a la india María Lionza y los caciques venezolanos, está la búsqueda del reconocimiento de los valores étnicos-culturales de los grupos minoritarios (indígenas), destacando la naturaleza heroica del indio, fue elaborado por los intelectuales de mediados del siglo XX.

Así, a pesar de las limitaciones del momento histórico (época de la dictadura gomecista venezolana: 1908-1935), hubo en las primeras décadas del siglo XX valiosos aportes de intelectuales, entre los que se cuentan escritores, pintores, músicos y estudiosos de nacientes disciplinas que movidos por un sentimiento nacionalista de solidaridad hacia lo indígena y lo autóctono e influenciados por los movimientos intelectuales de países como Perú, México y Ecuador, produjeron tesis muy polémicas, fructíferas y estimulantes sobre el tema indígena (Barreto). La Revolución mexicana y los muralistas de ese país, influyeron en el conocimiento, interpretación y desarrollo del mundo indígena. Por sólo nombrar algunos, se pueden citar: en literatura: Eduardo Blanco, José Rafael Pocaterra, Rómulo Gallegos, Manuel M. Rodríguez; escultura: Alejandro Colina, Eloy Palacios; música Pedro Montesinos, María Luisa Escobar; poesía: José Parra, entre muchos otros.

La escogencia de los temas mitológicos autóctonos por estos renombrados intelectuales le dio otra connotación al tema, pero también por otra parte, surgieron otras corrientes que contaminaron la imagen del indio con ideas racistas, especulaciones, invenciones e interpretaciones negativas.

En la actualidad, existe una industria elaboradora de mensajes ligados con el mundo esotérico que se ha ido masificando de una manera organizada. En este sentido, uno de los principales canales de televisión venezolanos transmite un programa de televisión de alta sintonía; donde existe manifiesta manipulación de los ceremoniales del mito, curaciones, “recetas” y elementos del culto. Además del mercado de productos utilizados para limpiezas, sanaciones, la suerte, el amor, el trabajo, la dominación, etc; unido a la proliferación de las llamadas perfumerías esotéricas.

Sin embargo, mito y el culto de María Lionza traspasan las fronteras de este campo cultural. Como dijera Marcel Mauss: “se ha configurado como la religión de salvación colectiva (...),se extiende a toda la geografía del país hasta llegar a ser hoy, la religión más popular de Venezuela, y que traspasando fronteras ha penetrado en los países vecinos”.
Desde el punto de vista puramente del mito, tampoco puede hablarse de un “pequeño espacio del tejido social rigurosamente delimitado” (González); ya que el mismo corresponde a una mezcla de creencias cuyo soporte lo constituye el vivir religioso de los pobladores prehispánicos, que abarca una geografía desde Cundinamarca (Colombia) hasta la Amazonia.

Aunque el mito tiene su origen en lo que se ha llamado “Campo Cultural de los sectores Dominados”, al transformarse en lo que es ahora, concuerdan en él, las clases sociales popular y no popular. Pollak-Eltz (1966), señaló esta característica en sus trabajos de campo, al notar que los fieles se originan de diferentes extracciones de clases y niveles de instrucción.
Tanto el mito como el culto permanecen en la actualidad en los mismos lugares sagrados de los antiguos aborígenes, es decir, los sitios montañosos y cavernas, particularmente, las montañas de Sorte y Quibayo, en el estado Yaracuy. Dado esta característica, existe una estrecha relación con la naturaleza cuya presencia es determinante en la práctica del culto. No obstante, la existencia de centros en todas las ciudades (grandes o pequeñas) del país lo determina de forma coincidente, con un entorno urbano.

Según Barreto (1997), el mito de María Lionza no es un relato que viene transmitido fielmente por la tradición oral, sino que es un relato transmitido por la tradición escrita y con añadidos del recopilador. No obstante, el núcleo central del sentido del hecho cultural tradicional está realizado con las derivaciones, fragmentos y restos de lenguajes anteriores (época de la conquista), combinados con elementos religiosos propios de la cultura indígena de los pobladores del centro occidente del país.

El análisis etnolingüístico de las diferentes versiones del mito que conforman la estructura mítico-religioso subyacente, se relaciona al vivir religioso de los pobladores indígenas prehispánicos; esta estructura sufre transformaciones en su composición para convertirlo en la actualidad, en un mito criollo. Aunque el estudio del mito desde diferentes teorías culturales, es singulary parece encajar dentro de cada una de ellas; el elemento más extraordinario lo constituye la experiencia del desarrollo o práctica espiritual. Esta se manifiesta en el iniciado a través de la incorporación de espíritus de las diferentes cortes, quienes bajan con el único y especifico objetivo de la ayuda y/o la curación.

Dotado de características tan especiales: el mito, el culto y/o la figura de la Reina, es ahora merecedor del título de “Patrimonio Cultural de Venezuela”, galardón que aunque no la despoja de los prejuicios que propios y extraños le tienen, le gana un honor mas en la lista de los que ya los fieles le han conferido. Mientras tanto, la Reina, permanece ecuánime, libre sobre su danta, como duende celoso que soberano gobierna en las boscosas montañas de Sorte en Yaracuy.